Kazbek: la montaña que nos permitió entrar
En el Cáucaso las montañas me llamaron, tuve que acudir a ellas.
Tenía algunos escasos días de haber llegado a Georgia. Me encontraba en Armenia y me habían dicho que no era muy lejos para ir a Tiflis (Tbilisi) un nombre que de cualquier forma que lo pronunciase me llamaba la atención.
Salimos de Armenia en la van de las 10:30 am con destino a Tbilisi. Al llevar 1 hora de camino recuerdo que paramos en una estación de servicio o “bomba” como les llamamos en mi país. La infraestructura era nueva, organizada, la comida se veía increíblemente buena. Me senté en una mesa a compartir con Hagop, un armenio-americano que recorría su país con su esposa. Me hizo degustar algunas de sus cosas, tomamos un café y seguimos.
No podía dejar de ver en mi costado izquierdo el Monte Aragats. Un volcán extinto que llega a 4095 metros de altura, siendo esta la montaña. más alta de Armenia. Tan solo dos días antes estuve a punto de subir, pero por cosas del destino no se propició la oportunidad. En ese momento me di cuenta que tenía que regresar en el futuro.
Seguimos la autopista que nos acercó a la frontera. Estaba en el Cáucaso, a miles de kilómetros lejos de casa pero ese extraño sentimiento de cruzar la frontera estaba de nuevo en mi. Un nuevo país. Un nuevo pueblo y una nueva cultura. Pero lo de cruzar fronteras era algo habitual y por suerte creo que me va bien en la mayoría de veces.
Llegué a la frontera, los oficiales de migración fueron bastante amables. Al finalizar mi control en el lado armenio, dos jóvenes se acercaron para que los ayudara a responder la encuesta del “Ministerio de Turismo”. Cosa que no había visto en ningún otro país de los que he visitado, solamente en Turquía en un Aeropuerto. Me pareció una iniciativa muy buena.
Tuvimos que cruzar al lado georgiano caminando debido a que la cantidad de camiones y carros intentando cruzar un sábado era tal que hubiésemos permanecido por más de 3-5 horas ahí. Así que cruzamos caminando, llegamos a Georgia. Un taxista nos condujo por la siguiente hora de camino a Tiflis. Llegamos sin ningún tipo de problema. Había mucho verde.
Llegué al Tiflis a las 4 de la tarde de un sábado sin saber lo que me esperaría en esta ciudad. Ese sábado de otoño y el sol que acariciaba la ciudad justo antes de partir daba un aire de frescura. Ahí pasé un par de días mientras investigaba cómo llegar a la montaña.
El objetivo
Mi objetivo era llegar al Mt Shkhara (5193), la montaña más alta de Georgia y muy cerca al Mt Elbrus (5642) , la montaña más alta de Europa. Sin embargo las temperaturas de otoño cada vez bajaban más. Afortunadamente consultando con otras personas, me dieron la brillante idea de acercarme al pueblo de Kazbegi /Stepantsminda (San Esteban).
El llamado de las montañas
Estaba en Tiflis y ir a las montañas más que ser una opción era una necesidad. El pronóstico del clima no era muy bueno. Sin embargo, el radar del clima decía que existía una ventana donde dejaría de llover solo por un día. Ese era el chance. Tómalo o déjalo.
Tomé el transporte en la terminal principal de buses de Tiflis, muy pocas personas hablaban inglés. Sin embargo el conductor del taxi fue lo suficientemente amable como para dejarme exactamente en el bus que iba para Kazbegi. Esperamos un rato a que la van se llenara y al estar llena saldríamos. De los 20 pasajeros solamente cuatro hablaban inglés y yo era uno de ellos. Los demás eran tres checos que por suerte iban también a Kazbegi y que para mi suerte también querían hacer un poco de senderismo.
Todo fue suerte
Me desperté a las 6:40 am. Quería intentar ver el amanecer. Mi compañero de noche fue un cachorro pointer que no recuerdo su nombre. Pero parecía estar más a gusto conmigo que con sus dueños. El clima no prometía nada. Estaba todo tapado y gris, parecían haber unos pequeños rayos al final pero no eran muy esperanzadores.
Logré contactar a un refugio de montaña arriba, el dueño fue muy amable y me envió una foto de la cumbre. Totalmente despejada. Esperé a mis ahora hermanos checos y nos fuimos juntos a la montaña. A pesar de que las condiciones climáticas no se veían muy optimistas desde abajo. Los primeros 200 metros de desnivel eran pura bruma. Una vez que pasamos esto, ahí estaba. Para nosotros el Cáucaso y sus cumbres. Sus picos.
Caminamos alrededor de 3 horas o más para llegar a un punto donde podíamos tener unas vistas increíbles de las montañas. Allá abajo dejábamos atrás la “Iglesia de la Trinidad de Guergueti” uno de los puntos turísticos más importantes.
La primera vista del Kazkbek nos impresionó a todos. Por muchas razones, su imponencia, los colores de su tierra y porque la mitad de su cumbre está ubicada en Rusia. Ahí hicimos una parada para aclimatar, respirar y tomar un pequeño desayuno antes de seguir.
Continuamos la caminata hasta llegar al glaciar Gergeti. Donde seguimos caminando por una hora más. Con crampones ya puestos. Intentando acercarnos a la cumbre lo más que podíamos a la vez que disfrutábamos de vistas increíbles y un clima un tanto extraño que se tapaba a ratos.
El descenso
“La montaña solo te pertenece cuando estás de vuelta abajo, mientras estás allí eres tú el que le pertenece a ella”…
Iniciamos nuestro descenso un poco tarde, decidimos tomar una ruta con unas vistas mucho mejores a la de ascenso y haciéndole caso a Vitek tuvimos un espectáculo. El otoño ya hacía de las suyas así que oscurecería temprano. Llegamos casi a las 6:20 pm al estacionamiento donde habíamos iniciado el ascenso. En frente a nosotros teníamos la “Iglesia de la Trinidad” que con el atardecer producía una sensación casi mística.
La despedida
Llegamos al pueblo. Encontré un restaurante en el patio de una casa. Ahí cene y hice unos amigos polacos. Ellos ya estaban terminando pero con una buena porción de vino georgiano me acompañaron a cenar y platicamos por un largo rato.
La moraleja
La montaña no es fácil, no es para todos. Sin embargo, para aquellos intrépidos que desean arriesgarse a recorrer esos senderos y surcar sus cumbres. Para ellos hay una satisfacción enorme y espiritual para algunos.
Con este pequeño recuento. Me despido de ti Kazbek, sin haber hecho cumbre. No dudo que en un futuro nos volvamos a ver, pero te agradezco por los instantes de alegría que me regalaste.
Con afecto,
F